Congreso de Educación Musical
El Congreso Metropolitano de Educación Musical, creado en la Compañía Filarmónica de los Andes, es una alternativa educativa para todos los interesados en ampliar la dimensión de sus experiencias artísticas y pedagógicas dentro del marco cultural planteado por nuestra institución.
Pueden participar como ponentes y/o como asistentes todas las personas deseen incrementar sus conocimientos y destrezas musicales.
Dentro de los temas a tratar se encuentran: música y sociedad, evaluación musical, musicoterapia, elementos de pedagogía en la escuela, entre otros.

El objeto del Congreso es abrir espacios para que todas las personas involucradas con la actividad musical, puedan compartir experiencias y saberes desde diversos ángulos, generando desarrollo y crecimiento que se proyecte hacia una construcción individual y ciudadana.

Música ancestral
Congreso de educación musical
26 de agosto de 2016
Música en las Etnias Colombianas.
Si bien es cierto que las diferentes Etnias Colombianas han atravesado innumerables conflictos que amenazan su subsistencia, también es cierto que se rehúsan a extinguirse.
A pesar de los desplazamientos causados por el conflicto armado, la expropiación de sus tierras, el desconocimiento que prevalece sobre sus costumbres, (sin profundizar sobre la violencia de la cual han sido víctimas a lo largo de la historia)nuestros indígenas llegan a Bogotá, tierra lejana de sus hogares, siendo portadores de verdades ancestrales y mensajes de esperanza para estos tiempos de impredecibles acontecimientos.Sus mensajes nos hablan del amor hacia la tierra, la unidad entre los hombres, el respeto por lo sencillo y la alegría de vivir.
Pero ¿cómo es posible que personas que han sido víctimas de tantas vejaciones sigan hablando de amor y de esperanza?
la respuesta a esta pregunta habita en el corazón de sus ancestros y de sus tradiciones. Las palabras transmitidas por los abuelos indígenas,logran trascender el tiempo y las dificultades porque son el lenguaje del amor por
la vida. Su cultura ha pasado de la inocencia frágil y vulnerable a la pureza inquebrantable de la resistencia.
Este sentido de vivir en armonía con el entorno es el motor de todas sus actividades, por eso la cotidianidad está llena de rituales que permiten recordar todo el tiempo la dignidad del ser humano y el equilibrio con la naturaleza. La música para ellos hace parte de este vivir ritual del amor diario por la existencia en el planeta.
La música es la palabra que cobra fuerza y hace mas profundo el significado de la misma. No tiene el contexto que en muchas ocasiones tiene para nosotros los occidentales que sin darnos cuenta nos hemos vuelto presas del consumismo y aveces se nos olvida que la música es camino para comunicarnos con nuestra espiritualidad.
Los instrumentos utilizados tienen sus significados propios y son parte de los mismos rituales. Ocarinas, Caracolas, tambores, flautas de muchos tipos, y otros, son parte del llamado del espíritu de la tierra.
Pero estas son experiencias que no se conocen leyendo artículos o escuchando conversaciones ajenas, hay que vivirlo.
Congreso de música litúrgica
Escuela de música en Bogotá
18 de mayo de 2013
Congreso Metropolitano de Educación Musical
Oscar Carrillo – Organista invitado
Temas:
Función de la música en las celebraciones litúrgicas
Relación entre música y participación popular
Evolución histórica de la música en la Eucaristía
Introducción de nuevos repertorios
Actividades:
1. CONVERSATORIO
2. TALLER PRÁCTICO DE INTERPRETACIÓN
3. MONTAJE GRUPAL
4. INTERVENCION MUSICAL
Cuando experimentamos un hecho artístico de cualquier naturaleza, capaz de robarnos el aliento aunque sea por un instante, como por ejemplo cuando contemplamos una pintura que logra impactarnos por su contenido, su color, su belleza; cuando presenciamos una obra teatral o una película que logra comunicarnos emociones profundas por la calidad del libreto, la actuación, la fotografía; cuando escuchamos música que mueve nuestros afectos, nos regocija, nos entristece, nos produce emoción o aversión, etc. Por un momento experimentamos una experiencia que hace parte de lo inefable, es decir, que está por fuera de lo que las palabras pueden describir. Si quisiéramos transmitir a otra persona lo que hemos vivido no sería posible y nuestro intento terminaría con palabras como: “es mejor que lo vea (lo escuche, los sienta) usted mismo” o “si hubiera estado allí me comprendería”.
Es precisamente allí donde el arte, en especial la música, y la fe, tienen un punto nodular de encuentro. Esta misma experiencia indescriptible y personal, la vive el creyente en su relación con Dios, no importa si su fe es un don trasmitido desde la familia o si la encontró a una edad más madura, la fe es una experiencia personal que se celebra en comunidad y en esa celebración y vivencia está presente la música. Por eso “la música es un asunto altamente teológico”, porque es una manera excepcional de conocer a Dios y establecer una relación personal y profunda con Él en el espacio de lo inefable, es un vehículo de la revelación que hace posible adentrarse en el misterio más allá del raciocinio intelectual y permite vivirlo, además, desde la dimensión sensible. La música se convierte entonces en el vehículo oración perfecta, en la expresión de la acción de gracias del creyente y en parte substancial de la acción litúrgica.
El creyente canta dando gracias a Dios, alabándolo, glorificándolo y bendiciéndolo, porque sabe que, a través de Jesucristo, ha sido liberado de la esclavitud del pecado, llevado de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz. En esencia, el creyente canta porque ve en su propia vida la historia de la salvación. Por tanto, La música sacra está íntimamente ligada con la palabra y los textos litúrgicos y posee un contenido teológico importante ya que la libertad en la iglesia, se entiende como el sometimiento pleno e incondicional al liberador y la plena confianza en su misericordia y su amor. Es por eso que la música litúrgica se pone totalmente al servicio de la celebración y cumple su propósito en la medida que acerque al creyente a la comprensión y celebración del misterio y contribuya a escribir la palabra de Dios en su corazón.
Por eso, en cuestiones de música litúrgica, la teología tiene mucho que decir. Si alejamos a la música de la teología deliberadamente o por ignorancia, le quitamos de plano la profundidad, es decir, la empobrecemos en su contenido; esto es contribuir progresivamente a su secularización. Si nos dejamos llevar por el afán de la innovación, por hacer música que tenga éxito, que mueva el esqueleto, la afectividad y la sensibilidad pero no el alma, o que mueva el alma pero de manera errónea, le estamos haciendo el juego a un mundo secularizado que vive en la superficialidad de la forma. ¡Peor aún! Si aparte de todo, la forma carece de calidad artística, el panorama de la música sacra es la irremediable pobreza que la convierte en una especie de accesorio de bisutería para adornar la celebración, en ocasiones, un accesorio feo o de mal gusto.
Qué responsabilidad tan grande tiene en sus manos el cantor litúrgico. Qué tarea tan dedicada y concienzuda debe realizar. Cuán preparado debe estar para asumirla. Todo eso tiene en sus manos el cantor litúrgico cuando se pone frente a la asamblea para guiarla en el canto. Por eso su labor es importante y necesaria. Porque su actividad hace parte esencial de la manera como las personas aprenden a conocer a Dios y se hacen una imagen de Él. A través de sus selecciones y decisiones, la asamblea goza o pierde la oportunidad de participar activamente en la celebración litúrgica y profundizar su espiritualidad o también corre el riesgo de quedarse o acostumbrarse a la superficialidad.
Oscar Carrillo. UPN
